El otro día leí este artículo en facebook y me pareció bastante gracioso, os lo dejo para que le echéis un vistazo. Habla en femenino pero los amigos sirven para lo mismo.
A algunos se les escapa demasiado rápido
un “esa es mi amiga”. Para mí, son los que no saben filtrar y tratar,
significa que no valoran lo que es una amistad verdadera y lo que
supone. Yo considero que conocidos tengo muchos, a puñados, unos más
tratables, otros más especiales, pero lo que son realmente amigas, por
las que haría cualquier cosa, las cuento con los dedos de una mano. Las
cosas claras. Y si ya son transparentes, mejor. No es algo que trate a
la ligera.
Y eso es porque las amigas verdaderas son
tan difíciles de encontrar como dos gotas de agua idénticas. Es que no
se encuentran todos los días. Ni todos los años. La
buena amistad son años de confianza, momentos demasiado memorables y
empujones acertados. Es conocerse hasta el punto de saber sus flaquezas y
poder predecir sus movimientos. Es hacer terapia durante una ruptura
sin importar las horas día tras día, y si es en una azotea con brisa
veraniega mejor. Es luchar juntas contra viento y marea y lo que toque.
Es saber que realmente va a estar ahí a pesar de las consecuencias
porque te lo ha demostrado no una ni cien veces, sino infinitas. Y sobre todo, es saber que va a haber alguien que te diga “basta” cuando nadie más se atreve.
Para mí, una amiga te da la enhorabuena
cuando has actuado bien y te pone los puntos sobre las íes cuando lo has
hecho mal. Una amiga no te dirá la verdad así como así, en bruto y sin
pulir, sino que sabrá pasarla a través de tus filtros más personales
porque es la única forma en la que sabe que te calará bien.
Porque te conoce casi mejor que tu madre. Una amiga no se limitará a
desearte que las cosas “te vayan bonito” sino que participará
activamente en tu vida, intentando mejorarla como Dios la haya dado a
entender. A su manera, que es la que más aprecias. Ambas sabéis cómo son
las personas con las que queréis acabar y, sí, veranearéis todos
juntos. Es indiscutible.
Con una amiga, siempre tienes unos planes
fijos que no harías con absolutamente nadie más. Te da igual. Es un
tema inamovible y no negociable. Punto y final. Sería una profanación
absoluta incluir a otra persona en ellos. Son momentos vuestros que
necesitáis para seguir adelante. Una amiga es aquella con la que vas a
un concierto, perdéis a todos para meteros en el mogollón y cantáis como
un par de locas. Hasta puede que os emocionéis. Una amiga es
la que te convence para ir a un festival de música, después de perjurar
que jamás pisarías semejante lugar, y que cuando acabe darte cuenta de
que te lo has pasado como nunca.
Una amiga es con la que eres capaz de
hacer noche tras noche un mano a mano y no cansarte jamás. Y que cuando
os despidáis se preocupa por que hayas llegado de un pedazo a casa
porque el taxista tenía pinta rara y olía mal. Pero además de salir de
fiesta, una amiga es aquella con la que puedes ir a conocer lugares
nuevos. O con la que ir al bar de siempre, al que habéis bautizado con
vuestro propio nombre, hasta tal punto que los demás os pregunten si
estáis abonadas ahí. Sabes que a ella la puedes invitar a cualquier plan
bajo cualquier circunstancia porque siempre será una más.
Una amiga es la persona con la que te
quieres ir a vivir. Está ya pensado todo: la zona, cómo va ser el piso y
el buen plan que es. La decisión no es casualidad sino fruto de la más pura de las estrategias
elaborada durante años porque ya que estamos, hay que vivir al máximo.
Que dicen que la vida son dos días, pero si conseguimos estirarlo a
tres, las dos sabremos que hemos vencido.
La que es amiga te pregunta por tu familia, no solo por el rollito del momento. Se interesa
por tu trabajo hasta el punto de investigar sobre la empresa en la que
echas nueve horas al día e informarse sobre qué se dedica. Hasta se lee
los artículos del periódico que hablan de ella.
Una amiga llega a un punto en el que se
acaba aprendiendo tu número de teléfono para poder contactarte si se
queda sin batería, porque eres vital e imprescindible. También te
comentará después de haber ido de compras un par de cosas que ha visto
que te gustarían porque se conoce tus gustos a la perfección, por muy distintos que sean de los suyos.
Una amiga no es la que te escribe a todas
horas contándote su vida. No es necesario. Es la que te manda un
“necesito hablar contigo” y comentáis el problema en el susodicho bar o
simplemente os quejáis de la vida con un té (verde, porque sino nada tiene sentido) o sucedáneo de por medio. Es la que con una mirada te ha dicho todo y más.
Una amiga es la que te dice las cosas que
no te gustan oír, por muy difícil que sea a veces. Que se preocupa por
ti como lo haría una hermana, o incluso más, porque ya es familia. Que
sabe lo que te pasa cuando tú aún lo desconoces. Que te escribe cuando
os separáis porque lo divertido es comentar la quedada.
Que pese al tiempo, la distancia y alguna discusión puntual, sigáis
queriendo contaros todas vuestras novedades al más mínimo detalle. Que
si una de las dos deja de fumar, pues jode porque el cafecito y el
marujeo no serán lo mismo pero qué más da porque se disfruta igual.
La amistad verdadera no es como el buen
vino, que sólo se saborea en la mejor de las ocasiones, sino que es como
una botella normal y corriente, porque está ahí, dispuesta a ser
abierta y disfrutada a cualquier hora en cualquier día.