Ya antes me llamaba bastante la atención cuando de pequeña nos mandaban leer e incluso memorizar algún poema en algunos cursos de primaria. Normalmente la mayoría de mis compañeras y compañeros se quejaban bastante, pero la verdad que a mi me daba la vida llegar a casa y ponerme a leer a Machado o Gloria Fuertes en vez de a hacer problemas sobre cuántos caramelos tiene cada niño si Pepe reparte sus 50 entre 9 de sus amigas porque no, nunca fuí muy de ciencias, la verdad.
El primer poema que voy a compartir es de Kavafis, un escritor griego bastante relevante del siglo XX, cuya temática es de estilo neoclásico y se acerca al romanticismo dado que presenta la antigüedad bajo una visión bastante idealizada. En la obra el autor hace referencia, no directamente a La Odisea. Recuerda bastante a cuando queremos llegar pronto a alguna meta o objetivo que nos hayamos propuesto y tanto nos empeñamos en alcanzarlo de la manera más fácil y rápida que ni nos paramos a pensar lo que hemos disfrutado o aprendido por el camino.
ÍTACA
Cuando emprendas tu viaje hacia Ítaca
debes rogar que el viaje sea largo,
lleno de peripecias, lleno de experiencias.

ni la cólera del airado Posidón.
Nunca tales monstruos hallarás en tu ruta
si tu pensamiento es elevado, si una exquisita
emoción penetra en tu alma y en tu cuerpo.
Los lestrigones y los cíclopes
y el feroz Posidón no podrán encontrarte
si tú no los llevas ya dentro, en tu alma,
si tu alma no los conjura ante ti.
Debes rogar que el viaje sea largo,
que sean muchos los días de verano;
que te vean arribar con gozo, alegremente,
a puertos que tú antes ignorabas.
Que puedas detenerte en los mercados de Fenicia,
y comprar unas bellas mercancías:
madreperlas, coral, ébano, y ámbar,
y perfumes placenteros de mil clases.
Acude a muchas ciudades del Egipto
para aprender, y aprender de quienes saben.
Conserva siempre en tu alma la idea de Ítaca:
llegar allí, he aquí tu destino.
Mas no hagas con prisas tu camino;
mejor será que dure muchos años,
y que llegues, ya viejo, a la pequeña isla,
rico de cuanto habrás ganado en el camino.
No has de esperar que Ítaca te enriquezca:
Ítaca te ha concedido ya un hermoso viaje.
Sin ellas, jamás habrías partido;
mas no tiene otra cosa que ofrecerte.
Y si la encuentras pobre, Ítaca no te ha engañado.
Y siendo ya tan viejo, con tanta experiencia,
sin duda sabrás ya qué significan las Ítacas.
Los siguientes poemas son del escritor español Miguel hernández. Se alistó joven en el bando Republicano durante la Guerra Civil española. Algunas de sus fueron prohibidas y mandadas destruir por el Régimen y el en su intento de huir al Sur, es entregado a la Guardia Civil. Fue llevado a prisión en varias ocasiones y condenado a muerte, pero finalmente enferma y muere en la cárcel muy joven.

ROSARIO, DINAMITERA
Rosario, dinamitera,
sobre tu mano bonita celaba la dinamita
sus atributos de fiera.
Nadie al mirarla creyera
que había en su corazón
una desesperación,
de cristales, de metralla
ansiosa de una batalla,
sedienta de una explosión.
Era tu mano derecha,
capaz de fundir leones,
la flor de las municiones
y el anhelo de la mecha.
Rosario, buena cosecha,
alta como un campanario
sembrabas al adversario
de dinamita furiosa
y era tu mano una rosa
enfurecida, Rosario.
Buitrago ha sido testigo
de la condición de rayo
de las hazañas que callo
y de la mano que digo.
¡Bien conoció el enemigo
la mano de esta doncella,
que hoy no es mano porque de ella,
que ni un solo dedo agita,
se prendó la dinamita
y la convirtió en estrella!
Rosario, dinamitera,
puedes ser varón y eres
la nata de las mujeres,
la espuma de la trinchera.
Digna como una bandera
de triunfos y resplandores,
dinamiteros pastores,
vedla agitando su aliento
y dad las bombas al viento
del alma de los traidores.
NUESTRA JUVENTUD NO MUERE

están los hombres de resuelto pecho
sobre las más gloriosas sepulturas:
las eras de las hierbas y los panes,
el frondoso barbecho,
las trincheras oscuras.
Siempre serán famosas
estas sangres cubiertas de abriles y de mayos,
que hacen vibrar las dilatadas fosas
con su vigor que se decide en rayos.
Han muerto como mueren los leones:
peleando y rugiendo,
espumosa la boca de canciones,
de ímpetu las cabezas y las venas de estruendo.
Héroes a borbotones,
no han conocido el rostro a la derrota,
y victoriosamente sonriendo
se han desplomado en la besana umbría,
sobre el cimiento errante de la bota
y el firmamento de la gallardía.
Una gota de pura valentía
vale más que un océano cobarde.
Bajo el gran resplandor de un mediodía
sin mañana y sin tarde,
unos caballos que parecen claros,
aunque son tenebrosos y funestos,
se llevan a estos hombres vestidos de disparos
a sus inacabables y entretejidos puestos.
No hay nada negro en estas muertes claras.
Pasiones y tambores detengan los sollozos.
Mirad, madres y novias, sus transparentes caras:
la juventud verdea para siempre en sus bozos.
UNA QUERENCIA TENGO POR TU ACENTO
Una querencia tengo por tu acento,
una apetencia por tu compañía
y una dolencia de melancolía
por la ausencia del aire de tu viento.
Paciencia necesita mi tormento
urgencia de tu garza galanía,
tu clemencia solar mi helado día,
tu asistencia la herida en que lo cuento.
¡Ay, querencia, dolencia y apetencia!:
tus sustanciales besos, mi sustento,
me faltan y me muero sobre mayo.
Quiero que vengas, flor, desde tu ausencia,
a serenar la sien del pensamiento
que desahoga en mí su eterno rayo.
MIS OJOS SIN TUS OJOS, NO SON OJOS
Mis ojos, sin tus ojos, no son ojos,
que son dos hormigueros solitarios
y son mis manos sin las tuyas varios
intratables espinos a manojos.
No me encuentro los labios sin tus rojos,
que me llenan de dulces campanarios,
sin ti mis pensamientos son calvarios
criando cardos y agostando hinojos.
No sé qué es de mi oreja sin tu acento
ni hacia qué polo yerro sin tu estrella,
y mi voz sin tu trato se afemina.
Los olores persigo de tu viento
Y la olvidada imagen de tu huella
Que en ti principia, amor, y en mí termina.
y son mis manos sin las tuyas varios
intratables espinos a manojos.
No me encuentro los labios sin tus rojos,
que me llenan de dulces campanarios,
sin ti mis pensamientos son calvarios
criando cardos y agostando hinojos.
No sé qué es de mi oreja sin tu acento
ni hacia qué polo yerro sin tu estrella,
y mi voz sin tu trato se afemina.
Los olores persigo de tu viento
Y la olvidada imagen de tu huella
Que en ti principia, amor, y en mí termina.
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